Japón 2015: Inari.
Un martes 22
de septiembre de 2015 y hoy también hemos decido cambiar los planes iniciales,
el día ha amanecido despejado y por lo tanto queremos ir a Kiyomizu-dera una
vez más, pero antes tenemos pensado ir a Inari.
Nos dirigimos
hacia la estación de tren de Kyoto, una vez más nos vamos caminando pero antes
pasamos un Lawson a desayunar. En la
línea 9, a las 8:46 horas sale un tren hacia Inari, con una duración de 5
minutos. Mientras esperamos el tren vemos que dos parejas de españoles están hablando
entre ellos si esa será la línea que lleva a Inari, les comento que “Buenos
días, Sí es la línea” y me dicen “Gracias”, conversación muy corta entre
españoles que se encuentran a no sé cuántos kilómetros de España, es lo que
toca, bueno volviendo al tema, el tren llego puntual.
Una vez en
Inari, muy cerca de la estación se encuentra la entrada al templo, no tiene
perdida, por la cantidad de gente. El Fushimi
Inari es un santuario dedicado al dios Inari, está a las afuera de Kioto en
Fushimi. No hay que pagar entrada y está abierto las 24 horas.
Inari es el dios
del arroz y patrón de los comerciantes, por este motivo encontramos como
ofrenda a estos dios miles de torii que son donados por comerciantes que ponen
sus nombres en estos torri para que el dios Inari les sea propicio.
En esta
subida a la montaña encontramos torii por todo el camino, nada más que unos 4 kilómetros
de caminos con estas puertas de la suerte.
La entrada a un santuario Inari suele estar marcada por una o más torii bermellón y algunas estatuas de kitsune, que a menudo están adornados con yodarekake rojo (baberos votivos) por los fieles por respeto.
En nuestra
visita dejamos nuestra marca, así que un salto delante de estos torii. Abajo un
pequeño santuario donde podemos ver el zorro o kitsune, el mensajero del dios
Inari. A veces en el hocico suele llevar una llave, que es la llave que abre el
lugar donde guarda el arroz. Desde la parte alta tenemos una bonita panorámica de la ciudad de Fushimi.
Una vez
hecho el camino toca bajar, hace mucho calor y la subida como la
bajada se puede hacer muy pesado por eso hemos decidido hacerlo a primera hora
de la mañana. Encontramos gente intentando meter unas piedras por un hueco que
forman dos figuras.
En nuestra
bajada nos ha pasado una anécdota muy curiosa. Como subía mucha gente íbamos en fila india, e
íbamos hablando y narrando nuestra experiencia, cuando oímos gritar “canarios,
canarios, canarios”, me paro de inmediato y digo “quién nos llama”, “aquí”. Nos
acercamos, era una pareja de la isla vecina (Tenerife) con sus hijos, que
llevan años viviendo en Australia y estaban de vacaciones en Japón. Nos habían reconocido
por el acento, así que estuvimos hablando un rato de todo: del viaje, de nuestro
archipiélago, de la vida en sí. Estos son bonitos momentos, ya que encuentras
gente de nuestro país en lugares tan remotos y puedes intercambiar experiencias.
Pura Vida.
Terminamos
la visita realizando algunas compras en la zona de tiendas y restaurantes que
se encuentra a la entrada de la subida y de los primeros templos. Cogemos el
tren hacia Kioto una vez más. Nos leemos.
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