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Siria 2009: Damasco, III Parte.

Lunes, 31 de agosto de 2009. III Parte.

Bueno hemos decidido quedarnos, nos quedamos: Felipe, Charo, Antonio, Beatriz, David, Marga, JosĆ©, Inma y Francis (yo). Cogemos las mismas calles por las que anteriormente habĆ­amos bajado hasta el barrio cristiano. Llegamos hasta a la altura de los baƱos, donde hemos comprobado que el horario para las mujeres es por la maƱana y para los hombres por la tarde. Seguimos hasta llegar a las calles de las tiendas, donde no hay mucha gente, debido que son las 18:30 horas y la gente ha aprovechado para ir a rezar y comer, recordar que estamos en ramadĆ”n. Pocos tiendas permanecen abiertas, pero nosotros seguimos caminando, llegamos hasta la mezquita de Los Omeyas, luego seguimos camino hacia la ciudadela, para visitar un jardĆ­n ecolĆ³gico que estĆ” enfrente de este lugar. Descansamos un poco y volvemos sobre nuestros pasos hacia la mezquita, por el camino Marga, descubre unos baƱos, cuando hablamos de baƱos, son baƱos turcos, este consta del aƱo 895 A. D.. Es el 'Hamman' -baƱos en Ć”rabe- Al Malik Al Zahir, entramos a preguntar, nada mĆ”s entrar tienes una fuente, donde en sus muros encontramos dos grandes bandejas de frutas, alrededor unos divanes o sillones, sĆŗper cĆ³modos, preguntamos por los horarios y nos comentan que estĆ”n cerrados hasta las 20:30 horas, por el ramadĆ”n. Nos quedamos con las ganas seguimos caminando hasta llegar a la mezquita de Los Omeyas, por la parte trasera, nos sentamos esperando que abriese una terraza, donde un seƱor lee unos cuentos en Ć”rabe, cuentacuentos. Este local abre a las 20:30 horas, somos los primeros en entrar, primero tiene una terraza, donde puedes contemplar el ir y venir de transeĆŗntes Ć”rabes, de turistas extranjeros, que suben y bajan las escaleras de esta calle, Al Nafura. En su interior hay un pequeƱo estrado con una silla y un atril, donde se sentarĆ” el cuentacuentos, nosotros nos colocamos a su derecha. Tenemos que coger dos mesas, pedimos unos tĆ©s, algunos refrescos y dos narguile o pipas de aguas, para Beatriz y Antonio. Lo que mĆ”s se consume en este local son los narguiles y el tĆ©.
Nos dicen que comienza en treinta minutos, volvemos a preguntar una vez pasado ese tiempo y nos comenta que ya queda menos, luego el chico prepara todo, es decir baja el sombrero rojo y lo coloca en el atril, tambiĆ©n pone una vara. Pasa otros treinta minutos y comienza, volvemos a pedir otra ronda de tĆ©. Comienza el seƱor a recitar en Ć”rabe unos cuentos, leyendo un libro grande. En uno de los momentos se nos queda mirando, y nos dice “EspaƱoles silencio”, ya nos ha catado. Hace alguna referencia sobre nosotros y todos se rĆ­en, somos pocos los turistas que estamos en el cafĆ©, pero el local estĆ” lleno. Luego mira para Antonio, y le comenta algo en Ć”rabe, mĆ”s risas, nosotros para no quedarnos atrĆ”s seguimos la corriente y nos reĆ­mos. El seƱor gesticula bastante, y sus gestos nos hacen reĆ­r, su cara es muy expresiva, de vez en cuando coge la vara, y da un gran golpe en el atril, algĆŗn@s saltan de sus asientos. En uno de los momentos comienza a decir “Te amo” en varios idiomas, cuando lo dice en espaƱol mira para nosotros, mĆ”s risas, y Antonio y Beatriz con la narguile, fuma que te fuma; y Antonio pidiendo marĆ­a para la pipa. En mitad de la actuaciĆ³n coge el mĆ³vil y llama, dice algo en Ć”rabe y lanza un beso al mĆ³vil y cuelga. MĆ”s risas aĆŗn. Se acerca el final, pero en uno de los Ćŗltimos instantes mira hacia nosotros y grita “Goooooolllll”, este hombre es un crack. Unos minutos antes habĆ­a entrado un seƱor con una chica y se sienta en primera, fila, son extranjeros. Al terminar el cuentacuentos, nos mira y se pone a posar para que le saquemos algunas fotos. Ya ha terminado, por lo que he podido averiguar por internet, Ć©l se llama Rashid el Qalaq, Abu Shadi, tiene 61 aƱos y se presenta como el Ćŗltimo hakauati de Damasco. Hemos pasado un buen rato, pero lo bueno de todo es el final, cuando se acerca esta pareja que habĆ­a entrado unos minutos antes de terminar la actuaciĆ³n y nos comenta, en inglĆ©s, si le podĆ­amos explicar un poco sobre la actuaciĆ³n, es decir un resumen, todos nos miramos y le decimos que no hemos entendido nada, y la pareja se extraƱa y nos pregunta, entonces que hacĆ©is aquĆ­, y le comentamos buena pregunta, pero lo hemos pasado muy bien.



Abandonamos este local con una sonrisa, y nos dirigimos hacia las calles comerciales que ya han recuperado su vida natural, gente y mĆ”s gente. Algunos se paran a comprar unas lĆ”mparas, el regateo se hace eterno, pero despuĆ©s de unos minutos…., seguimos camino. Nos dirigimos hacia el restaurante donde habĆ­amos almorzado el primer dĆ­a. QuĆ© bien se come en este local, y que buena la cerveza libanesa, y como dice Antonio Varde varde varde, es decir frĆ­a. Uno de los camareros se nos acerca y nos trae una foto del Rey de EspaƱa cenando en este restaurante, quĆ© bien el Rey, ha elegido el mismo sitio que nosotros. DespuĆ©s de una buena cena nos despedimos y cogemos un taxi hacia el hotel. Los otros cinco compaƱeros tenĆ­an que coger un taxi hacia su hotel, que estaba mĆ”s lejos unos 20 minutos, este recorrido siempre era una aventura, los cinco en un taxi a toda leche, por la autovĆ­a, y esa misma noche cuando se bajan y llegan a recepciĆ³n se da cuenta que se le ha quedado el bolso a Felipe en el taxi, desde la recepciĆ³n llamarĆ³n al mĆ³vil de Felipe que se habĆ­a quedado en el bolso, y el taxista lo cogiĆ³ y le comentĆ³ que ya iba de regreso hacia el hotel para devolverle el bolso, si seƱores lo que leemos, asĆ­ de honrados son estos sirios.

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